Etapa previa y desarrollo del parto en nuestra perra


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El primer paso a seguir es la visita al veterinario, que es indispensable para las perras primerizas y las hembras con riesgo. Esta visita deberá efectuarse durante la octava semana de gestación. El examen ginecológico de la perra permite descubrir los eventuales problemas que pudieran surgir en el parto.

Las radiografías abdominales durante la última semana pueden ser útiles para contar el número de fetos con mayor precisión que la ecografía. También permite detectar eventuales anomalías que a menudo son causa de distocias, como la estrechez de la pelvis ósea, las momificaciones fetales o incluso las desproporciones fetomaternas. Eventualmente, una ecografía del útero ayudará a apreciar la vitalidad de los cachorros mediante la visualización de los latidos cardíacos.

El cambio en el comportamiento de la perra es una constante en la semana previa al parto.
Recoge diferentes objetos para hacer su nido, busca un lugar tranquilo o, por el contrario, busca la compañía de su amo. La disminución del apetito, la constipación y el desarrollo de las mamas son signos inconstantes, sobre todo en las perras de primera parición, en las que la producción de leche puede comenzar el día del parto y a veces en los días que siguen al nacimiento.

En los tres días anteriores al parto, la vulva se hincha y se relaja por efecto de los estrógenos en sangre. La temperatura rectal baja 1ºC en las 24 hs. previas al parto. Es posible que utilicemos este indicador si tomamos la temperatura de la perra a la mañana y a la noche, durante los 4 días que anteceden a la supuesta fecha de parto. La disminución de 1ºC con respecto a la media de los 4 días anteriores señala la inminencia del parto. Esta hipotermia transitoria concuerda con la caída de la progesterona (hormona encargada de mantener la gestación) en la sangre . Estos dos exámenes reflejan la madurez del feto e indican que el nacimiento puede ocurrir naturalmente o por cesárea sin mayor riesgo para los recién nacidos. Por último, la eliminación del tapón mucoso proveniente del cuello del útero indica la inminencia del parto y precede en algunas horas (24 a 36) como máximo a las primeras contracciones.

Es importante aclarar que , en general, no es necesario que intervengamos en el desarrollo del parto.
A partir del día 59 al día 63 desde la fecundación , aparecen las primeras manifestaciones de parto. Pasado ese tiempo se puede decir que todo el proceso esta entrando en una situación anormal.
Los primeros síntomas del parto son casi imperceptibles como es el nerviosismo , la mirada de la perra hacia sus flancos (por que “detecta” las primeras contracciones) y también la tendencia a aislarse hacia un lugar tranquilo. Puede seguir un periodo de falta de apetito, acompañados con algún vómito. El tiempo de duración de esta etapa varía desde las 12 a las 30 horas.

El encajamiento del primer cachorro en la pelvis provoca contracciones visibles de los músculos abdominales, que completan los esfuerzos de expulsión del útero y que deben terminar en menos de tres horas con la ruptura de la primera bolsa de aguas (alantoides).
La segunda bolsa de aguas (amniótica) que contiene al cachorro, puede aparecer en la vulva (como máximo, 12 horas después de la pérdida de la primera bolsa de aguas). Si la membrana amniótica no se ha roto durante el paso del cachorro, la madre se encargará de hacerlo inmediatamente después de la expulsión. Luego corta el cordón umbilical y lame el tórax del recién nacido, estimulando así sus primeros movimientos respiratorios.

Sería necesario que intervengamos en el caso que el cachorro este presentándose de nalgas, ya que el pasaje es más lento y requeriría la suave tracción nuestra, en un ángulo aproximado de 45 grados hacia abajo y acompañando las contracciones de la perra. Luego que es cachorro es expulsado, tendríamos que verificar si permanece inmóvil. Si así fuera, deberíamos tratar de extraerle los líquidos de las vías respiratorias con una pera de goma para enemas y hacerle movimientos centrífugos que también favorecen la llegada de sangre al cerebro. Si estas maniobras no dieran resultado, habrá que recurrir a los estimulantes respiratorios. Después de unos minutos se liberan los demás anexos que son ingeridos por la madre.

Las expulsiones de los cachorros siguientes se suceden a intervalos que van de pocos minutos a media hora. No obstante, una demora superior a 2 horas entre dos expulsiones indica una anomalía, como una inercia uterina primaria (debido a la fatiga, a una hipoglucemia o a una hipocalcemia) o secundaria a un obstáculo (presentación transversal, encajamiento simultáneo de dos fetos, obstrucción de conducto pélvico). Entonces es necesaria una intervención médica o quirúrgica.


Dr. Roberto Serviddio